Un Monolito Costarricense que se Adelantó a su Época | Edificio Jenaro Valverde Marín
- Arq. Cristian Galvis
- 5 jun
- 4 Min. de lectura

Obra: Edificio Jenaro Valverde Marín
Arquitectos: Arq. Alberto Linner Díaz
Año:1978
Área: 17.000 m² Ubicación: San Jose, Costa Rica
Fotografía: Anónima, fuentes:
¿Puede un edificio cambiar la forma en que entendemos una ciudad?. Una estructura, que por sí sola, habla de revolución, pedagogía y resistencia.

En el corazón de San José, Costa Rica, hay uno que sí marcó un punto en la historia, el Edificio Jenaro Valverde Marín no es simplemente una construcción de concreto a la vista: es una declaración radical de principios arquitectónicos, sociales y políticos. ¿Que se te viene a la mente cuando lee la palabra “Brutalismo”?, si empezáramos un glosario seguro aparecerían palabras como “fuerte, rudo, algo que rompe y destroza todo”, pero quiero contarte que el término brutalismo proviene del francés béton brut, que significa "hormigón crudo", y sí, aunque el nombre pueda sugerir algo violento o tosco, en realidad hace referencia a una sinceridad estructural y material: una arquitectura que no esconde nada, que muestra sus tripas, que no teme la aspereza visual del concreto y la geometría contundente.
Hoy, en plena resurrección del brutalismo cuando el tiempo hace las paces con los materiales expuestos y quiere acompañarlos de vegetación para volver a ser acogido en la ciudad, aparece otro fenómeno cultural que ha provocado la película “El Brutalista” que con aires de historia se nos presenta la oportunidad de revisitar su historia y, quizás, cambiar nuestra mirada.
Una nueva ciudad: el brutalismo llega a América Latina

Durante la década de 1970, mientras muchas ciudades latinoamericanas crecían desordenadamente al calor de migraciones internas, cambios políticos y modelos económicos en tensión, la arquitectura brutalista se presentó como una alternativa visionaria. Influenciada por los postulados de Le Corbusier y reinterpretada con fuerza en regiones como el Reino Unido y Europa del Este, el brutalismo llegó a América Latina no solo como estilo, sino como ideología.
¡Pero toda visión va acompañada de una misión!; transformar la ciudad en un espacio más democrático, funcional y auténtico. Los arquitectos latinoamericanos lo adoptaron como lenguaje de protesta contra la arquitectura decorativa, elitista o extranjerizante. El concreto expuesto no era sólo un material: era una postura. Una que buscaba dotar a las urbes de edificios públicos sólidos, accesibles, duraderos. Universidades, bibliotecas, centros culturales, hospitales: el brutalismo ofrecía soluciones reales a necesidades colectivas, quería hacer ciudad.

Y en ese contexto, la Universidad de Costa Rica apostó por una obra que rompería esquemas: el edificio de su Facultad de Ciencias Sociales. Una construcción que sería austera, monumental y decididamente urbana.
La belleza de lo crudo.
Son como gigantes desnudos que exhiben sus formas escultóricas y grises, sin la distracción del color. Visualmente, el edificio podría intimidar a quien lo observa por primera vez. Sus volúmenes angulosos, su masa imponente, la falta total de ornamentación pueden parecer fríos en contraste con el clima tropical de San José. Sin embargo, con solo entrar, el visitante empieza a entender otra lógica: la de la luz, la sombra y el ritmo del concreto.
Las texturas de los encofrados de madera aún se leen en los muros, como huellas de un proceso artesanal y brutal a la vez, podría decirse que es un trabajo escultórico a gran escala. No hay concesiones estéticas al gusto convencional: aquí, la forma sigue a la verdad estructural.

El edificio no busca gustar; busca ser. Y en esa obstinación se revela su belleza profunda. Su escala monumental, sus huecos estratégicamente dispuestos, sus transiciones espaciales y elementos superpuestos generan una experiencia sensorial que solo puede entenderse desde dentro.
Un manifiesto institucional
El Edificio Jenaro Valverde Marín fue proyectado para alojar la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica. Pero más allá de su propósito académico, desde su concepción fue pensado como un espacio público vivo, un laboratorio social en sí mismo.

No es casual que sus pasillos amplios se conviertan en puntos de encuentro, que sus patios interiores invitan a la conversación o que la circulación sea abierta y transparente. Aquí, el concreto no encierra, sino que conecta. El edificio no solo alberga clases; genera comunidad, fomenta el pensamiento crítico, y acoge la protesta y la reflexión. Es una estructura que respira con sus usuarios.
En una época donde lo funcional muchas veces sacrificaba la experiencia, este edificio logró conjugar ambas cosas: ser útil y significativo.
Arquitectura como acto de resistencia

Quizás lo más radical del Jenaro Valverde Marín sea su concepto: ser un espacio académico y, al mismo tiempo, un símbolo de resistencia cultural. En un país que tradicionalmente apostó por una arquitectura más conservadora o paisajística, este edificio surgió como una anomalía, una interrupción.
Fue una apuesta arriesgada de la Universidad de Costa Rica por alinearse con un lenguaje global, pero reinterpretado con identidad local. En lugar de copiar modelos foráneos, el edificio traduce el brutalismo a un contexto costarricense, respondiendo al clima, a las dinámicas sociales y a las necesidades educativas del país.
Hoy, su presencia sigue siendo incómoda para algunos, adorada por otros, pero ignorada por nadie. Y eso lo convierte en un triunfo. Una obra que, más de 50 años después, aún genera conversación es una obra viva.
¿Qué ciudad queremos habitar?

La historia del brutalismo en Latinoamérica no se puede contar sin edificios como el Jenaro Valverde Marín, y en esta edición encontraras muchos otros ejemplos de gigantes de concreto cuyo valor no es solo arquitectónico: es simbólico. Representa una forma de pensar la ciudad, la educación y lo público desde un lugar menos complaciente y más honesto.
Actualmente, las ciudades tienden nuevamente a lo superficial, al espectáculo visual, al edificio-objeto para Instagram, estas “moles silenciosas” en Latinoamérica nos recuerdan que la arquitectura puede ser cruda y hermosa, funcional y poética, también incómoda y necesaria.
“El brutalismo es arquitectura de verdad: dura, directa, sin máscara. Como la vida.”
— Paul Rudolph, arquitecto y figura clave del brutalismo estadounidense.
Muy interesante el artículo, aúnque me confunde un poco ya que el edificio Jenaro Valverde no se proyectó y nunca fue un recinto de la Universidad de Costa Rica, tampoco fué diseñada por esta institución. El edificio Genaro Valverde se diseñó para albergar las operaciones administrativas de la Caja Costarricense del Seguro Social, institución ligada al régimen de salud del país. No tiene nada que ver con la Universidad de Costa Rica ni a actividades académicas.