PAULO MENDES DA ROCHA | El Arquitecto de lo Esencial
- Arq. Pablo Vazquez
- 30 sept
- 6 Min. de lectura
Autor: Pablo Vazquez.
Amante de descubrir nuevos lugares y adicto al trabajo, en resumen, un arquitecto.

Infancia y formación
Paulo Archias Mendes da Rocha nació el 25 de octubre de 1928 en Vitória, en el estado de Espírito Santo, Brasil. Su padre, Paulo Menezes Mendes da Rocha, fue un destacado ingeniero naval que llegó a dirigir la Escuela de Ingeniería de la Universidad Federal de Espírito Santo. Este entorno familiar, profundamente ligado al mundo técnico y constructivo, influyó de manera decisiva en el joven Paulo. Desde niño convivió con conversaciones sobre estructuras, cálculos y proyectos, lo que despertó en él una curiosidad innata por comprender cómo funcionaban los edificios, los barcos y, en general, las obras de ingeniería.


Su infancia coincidió con un Brasil en transformación, que dejaba atrás una economía agrícola para volcarse hacia la industrialización y la modernización urbana. Las calles de Vitória y más tarde las de São Paulo, con sus contrastes entre tradición y modernidad, reforzaron en él la idea de que la arquitectura debía responder a las necesidades colectivas de una sociedad en cambio constante.
En 1945, a los 17 años, se trasladó a São Paulo, ciudad que se consolidaba como el gran polo industrial y cultural del país. Allí ingresó a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Presbiteriana Mackenzie (FAU-Mackenzie), una de las instituciones más influyentes de la época. Durante sus años de formación, Paulo fue testigo del auge del Movimiento Moderno en Brasil, impulsado por figuras como Lucio Costa y Oscar Niemeyer, quienes estaban dando forma a la construcción de Brasilia, el nuevo proyecto de capital que simbolizaba el futuro del país.
Se graduó en 1954, con una mirada marcada por la influencia del modernismo pero también por una actitud crítica y experimental. A diferencia de la línea más plástica y monumental de Niemeyer, Mendes da Rocha comenzaba a perfilar una arquitectura esencial, austera, centrada en los materiales brutos como el hormigón y en los espacios abiertos al uso comunitario. Esta visión, que unía técnica, ética y una profunda preocupación social, se convertiría en el sello de toda su obra.
Trayectoria profesional

La carrera de Paulo Mendes da Rocha despegó rápidamente en la segunda mitad de los años cincuenta, en un Brasil que vivía un optimismo generalizado frente a su futuro. En 1957 alcanzó reconocimiento con el Club Atlético Paulistano, en São Paulo. Esta obra, concebida como un espacio deportivo y social, fue revolucionaria en su uso del hormigón armado, no solo como material estructural sino también como expresión estética. El club representaba de forma contundente su manera de entender la arquitectura: directa, democrática, integrada al entorno y pensada para la colectividad.
Ese proyecto lo consolidó como una de las figuras centrales de la llamada “Escuela Paulista de Arquitectura”, caracterizada por el uso expresivo de estructuras robustas, la austeridad material y una visión crítica frente al formalismo. A diferencia de la arquitectura monumental de Brasilia, Paulo proponía un lenguaje más crudo, urbano y ligado a la vida cotidiana.

En las décadas siguientes, Mendes da Rocha proyectó museos, viviendas, equipamientos deportivos, proyectos urbanos y edificios institucionales, siempre con la convicción de que la arquitectura debía ser una herramienta de transformación social. Para él, un edificio no era un objeto aislado, sino parte de un sistema urbano y cultural más amplio.
En 1960 comenzó su labor docente en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAU-USP), donde ejerció como profesor y mentor de generaciones de arquitectos. Su enfoque pedagógico no se limitaba al diseño, sino que buscaba transmitir una visión crítica sobre el papel social de la arquitectura, formando profesionales con un fuerte compromiso ético.

Sin embargo, en 1969, durante la dictadura militar que gobernaba Brasil, Mendes da Rocha fue expulsado de la universidad debido a su postura progresista y a su defensa de la libertad de pensamiento. Este golpe no lo apartó de la enseñanza ni de su influencia en el medio académico: continuó participando en seminarios, conferencias y talleres dentro y fuera de Brasil, consolidándose como una voz intelectual de alcance internacional.
Con el paso de los años, Paulo Mendes da Rocha se convirtió en una de las figuras más respetadas de la arquitectura contemporánea. Su obra, aunque nunca fue extensa en cantidad, se distinguió por su consistencia, radicalidad conceptual y profunda carga social, convirtiéndolo en un referente de la arquitectura comprometida con la gente y con la ciudad.

Obras en orden cronológico:
Entre sus proyectos más representativos se encuentran:
FOTOGRAFÍA | AÑO | OBRA |
1957 | Club Atlético Paulistano, São Paulo | |
1958 | Vivienda particular para Paulo Mendes da Rocha, Butantã, São Paulo | |
1961 | Vivienda Gerassi, São Paulo | |
1966 | Vivienda King, São Paulo | |
1969 | Gimnasio del Club Atlético Paulistano, São Paulo | |
1972 | Vivienda Masetti, São Paulo | |
1975 | Vivienda Mendes André, São Paulo | |
1979 | Vivienda Morato, São Paulo | |
1987 | Capela de São Pedro Apóstolo, Campos do Jordão | |
1988 | Pabellón Brasileño en la Expo ’92 de Sevilla | |
1991–1995 | Museo Brasileño de Escultura y Ecología (MuBE), São Paulo | |
1993–1998 | Reforma de la Pinacoteca del Estado de São Paulo | |
2000–2004 | Plaza Patriarca y cubierta metálica, São Paulo | |
2001–2015 | Museo Nacional de Coches, Lisboa, Portugal | |
2006 | Proyecto para el Centro Cultural SESC 24 de Maio (junto con MMBB Arquitetos), São Paulo | |
2012 | Pabellón Brasileño en la Bienal de Venecia | |
2016 | Participación en proyectos culturales y académicos tras recibir el Praemium Imperiale y el León de Oro |
Reconocimientos
La trascendencia de Paulo Mendes da Rocha fue reconocida con los más altos premios de la arquitectura internacional:
Premio Pritzker (2006) – el más prestigioso del mundo.
León de Oro de la Bienal de Venecia (2016) por su trayectoria.
Praemium Imperiale (2016) otorgado por la Asociación de Arte de Japón.

Estos galardones lo consolidaron como una figura clave de la arquitectura moderna y contemporánea, admirado tanto en Brasil como a nivel global.
Últimos años y legado

En sus últimos años, Paulo Mendes da Rocha se mantuvo activo, no solo como arquitecto, sino también como pensador crítico de la ciudad contemporánea. Lejos de retirarse, continuó participando en concursos, proyectos y conferencias internacionales, donde insistía en que la arquitectura debía ser entendida como una herramienta colectiva de transformación social y no como un simple ejercicio estético. Su obra y su palabra siempre apuntaban a lo esencial: la ciudad como espacio común, el hormigón como material democrático y la arquitectura como un derecho universal.
Fue reconocido en vida con algunos de los más importantes premios de la disciplina, como el Premio Pritzker (2006), el Premio Mies van der Rohe de Arquitectura Latinoamericana (2000), la Medalla de Oro de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA, 2011) y la Medalla de Oro del RIBA (2017), consolidando su lugar como uno de los grandes maestros de la arquitectura contemporánea. Sin embargo, siempre recibió estos galardones con humildad, reiterando que lo verdaderamente importante no era el reconocimiento individual, sino el impacto social de la arquitectura.
Incluso en su vejez, Mendes da Rocha seguía reflexionando sobre los desafíos del siglo XXI: el crecimiento desigual de las ciudades, el impacto ambiental de la construcción y la necesidad de nuevas formas de habitar más justas y sostenibles. Su voz, cargada de lucidez y crítica, se convirtió en un faro para generaciones más jóvenes de arquitectos en Brasil y en el mundo.

Falleció en São Paulo el 23 de mayo de 2021, a los 92 años, dejando tras de sí no solo una serie de obras emblemáticas, sino también una forma de pensar y de ejercer la arquitectura como un acto político, cultural y profundamente humano.
Su vida y trabajo son una invitación a mirar más allá de la forma y el objeto construido. Nos recuerdan que la arquitectura puede ser austera y monumental al mismo tiempo, que lo esencial también puede ser bello, y que lo estructural puede convertirse en una herramienta de justicia social y poética urbana. En palabras de sus colegas y discípulos, Mendes da Rocha dejó como herencia una visión del mundo en la que la arquitectura no es un lujo, sino una condición necesaria para vivir con dignidad.